Más Allá de la Fachada: Lo que el TOM le Regala al Visitante.
¿Qué le aporta, hoy, el teatro a su comunidad? El visitante bajó la mirada de los palcos ornamentados y se centró en lo funcional. El aporte más evidente era el confort. En su experiencia, un hombre de su estatura (185 cm) a menudo sufre en los asientos de recintos antiguos. Aquí no. Las butacas eran generosas, un lujo democrático.
Luego, estaba la luz. La iluminación no era solo funcional; era dramática. Hacía que la madera brillara, que los detalles dorados destellaran. Creaba una atmósfera que hacía que cualquier evento, incluso una graduación, se sintiera como un estreno de gala.
Pero su aporte principal, pensó el visitante, era la experiencia. El teatro le ofrecía al ciudadano común (al estudiante, al familiar, al asistente) un escape de lo cotidiano. Le regalaba, por unas horas, un entorno de primer nivel, un ambiente agradable y hermoso que susurraba que ellos también merecían esa grandeza. Su aporte es estético, pero sobre todo, es anímico.
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